miércoles, febrero 22

Duele, paranoicas #30

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Mi vida es un puto carrusel… También son los rieles de ese tren que oscila por ese montón de montañas, donde se ocultan millones de historias que hoy no serán contadas, que tal vez mañana tampoco lo sean. Mi vida, nunca será un nombre, una canción o un momento, nunca será una persona, ni un beso, mucho menos un abrazo, mi vida no eres/serás/fuiste.

Mi vida eran esas tardes de enero y febrero donde decidimos vivir una mentira, una mentira que de tanto repetirla se volvió verdad… Mi verdad. Y nos tuvimos, porque no fue de otra forma, y nos besamos porque así dispusimos que fuese, y de todas las maneras intenté entrar en tus pensamientos, convertirme en esa imagen de “príncipe” que siempre has querido para ti, ser yo quien alimentara tus sueños por las noches y tus ganas por las mañanas, tus motivos de media tarde, tus sonrisas al atardecer –porque siempre me han gustado más los atardeceres, así como los días nublados-, pero el fracaso es una puerta sin identificación que en cualquier momento puede abrirse por equivocación

Es así como uno se engaña y alimenta esas razones que no existen para permitirse estar juntos cuando en verdad desde un principio no debió ser de ese modo, cuando desde un principio ninguno debió ni siquiera pensar conocer al otro, pero como un capricho más de esos que alimentan la rebeldía de ir en contra de todo, hicimos lo contrario.

Pero duele, y duele tanto que no podría nunca explicarte que hay algo en mi que se ha roto en tantos pedazos que ni queriendo podremos unir nuevamente, duele tanto que si pudieses sentirlo, no lo creerías. Duele tan insoportablemente que he comenzado a desvanecerme, a ser un oleaje constante de sentimientos que no sé si pueda seguir controlando, que no si si pueda seguir conteniendo. Duele como cuando sabes que llegó el final y no fue suficiente, y en realidad no fue suficiente, no tuve suficiente de ti, no tuviste suficiente de mi…

Cada quién tomó su decisión, y duele haber dispuesto toda mi confianza en ti, haber sido yo, el mismo que se levanta todas las mañanas sonriente a pesar de no querer sonreír, el mismo que se duerme en paz cada noche después de haber vivido un mal día, porque entendí que si quería tenerte, debía permitirme ser yo, pero para ti eso no fue suficiente.

No siempre tomo las mejores decisiones, pero sé que aprendiste que no importa las decisiones que se tomen, siempre y cuando se pudiese ser capaz de sonreír, de vivirla y aprender de ella, que no importa lo largo del camino, siempre se llega a destino, pero nuestros destinos no eran el mismo y duele saberlo, ahora duele saberlo. Duele toda esta arrechera que tengo acumulada y todas estas ganas que tengo de gritarte “MIERDA ¿POR QUÉ ME HACES ESTO?”, y duele porque me hace recordarte, como esa vez que me hiciste gritarle a los otros carros “HIJOS DE PUTA” cuando reíamos y se sentía tan bien, pero ahora duele.

Duele porque nunca fuiste capaz de elegir, de tomar una decisión, de escuchar a tu corazón o tu alma o tu cerebro y rechazarme de una buena vez o luchar por mi o no sé, pero algo que no fuese este limbo, esta zozobra que duele y se siente que se come todo por dentro, ¿Cómo deshaces toda esta decepción?… Y sé que no sabes todo lo que duele darse cuenta que no hay nada que se pueda hacer, que nuestros caminos son diferentes y duele aceptar que me gustaría volver a vivirlo, quedarme en un eterno loop entre el primer y el último día, y volver a comenzar una y otra vez, una y otra vez, pero hay que seguir y eso duele, y tengo que olvidarme de ti pero duele.

1 comentario:

erika ocariz dijo...

Cada vez me gustan más tus historias, dolería que dejaras de escribir.. Aunque duele, siempre no quedara París, no el París de todos, NUESTRO PARÍS.