lunes, mayo 27

Depresión Espontanea, Paranoicas #38

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No tiene que ver con nada y sin embargo involucra todo. No soy compatible con esas montañas rusas de emociones, estar bien y luego estar mal y luego estar bien para luego estar mal, no sé ser así.

Pero siempre aparece un domingo, sobre todo esos domingos que vienen después de varios domingos consecutivos, en donde la depresión te golpea de frente. Y se siente completo en el pecho presionándote, termino por sentirme otra persona, una persona más triste y gris –indudablemente no soy yo, por lo menos no el yo alegre que suelo ser-.

Intento no pensar mucho, porque pensar solo lo multiplica, lo magnifica y lo convierte en una situación inmanejable e insoportable.  Pero ¿cómo no recordar todo eso que hace falta?… Las personas que ya no están, tu programa favorito que fue cancelado, los amigos que se alejaron, las palabras que ya no se dijeron más, la lluvia contigo, las noches conmigo… ¿Cómo no pensar en eso?.

¿Qué queda?… Una cama que alguna vez no estuvo vacía, por lo menos no tan vacía y esos recuerdos que ya no dan nostalgia sino que terminan por tirarte de la tristeza. Odio las señales que confunden y las personas que no expresan lo que quieren hacer.

De todo lo espontaneo, no agradezco esta depresión de final de mes. La nostalgia a veces no se viste de añoranza sino de espinas.

miércoles, mayo 8

Yo Confieso, Paranoicas #37

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Me he topado con ese momento en el descubro una gran verdad que me define como persona, que yo no estaba preparado para aceptar.

Estaba mirándome al espejo creyéndome completamente seguro de todo y resulta que no estaba seguro de nada.

Y esta nada que me envuelve ahora es todo, ¿pero qué es todo, sí yo lo qué sé es nada?…

Uno se construye un muro alrededor, para alejar a las personas, mantenerlos del otro lado, a distancia. Uno se construye una fortaleza que nadie pueda derribar, donde nadie te pueda alcanzar, ni tocar. Porque alguna vez pensaste que si nadie te tocaba era mejor, porque no te gusta que la gente te toque.

Eventualmente uno cree que la gente no le gusta.

Y los alejo y mi espacio personal crece y crece y crece y crece y crece, hasta ser del tamaño del mundo, donde no hay nadie excepto yo. Nadie excepto esta soledad que me toca y me toca y me toca y me toca.

Esta soledad que viene acompañada de más soledad, tantas que puedo clasificarlas por color, olor y tamaño.  Y vivir así, construyendo un castillo para alejar cualquier cosa, para de repente darte cuenta que todo era una justificación absurda.

Que no puedes vivir sin que te toquen, alejas al mundo porque te da miedo perderlo luego y es mejor no tenerlo nunca, que tenerlo alguna vez y perderlo de repente.

Y me miro, porque no me reconozco, y me miro porque todo lo que pensaba no era así, y la verdad es que aún no lo acepto, no acepto que quiera derrumbar esta pared… ¿Qué pared?.

Ya no existe.