domingo, diciembre 12

Como quiero que seas, Paranoicas #12

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Siempre he mantenido una imagen del tipo de persona que quiero ser, y la comparo constantemente con el tipo de persona que soy, y con el tipo de persona que fui, porque entre mis prioridades está eso de mejorar un poco todos los días, de no levantarme un día sin saber que haré con mi vida, pero a veces me pasa que no sé qué hacer contigo, no sé qué hacer conmigo, no sé qué hacer con los dos juntos, si estar separados, si agarrar tu número, tus trescientos perfiles en todas esas redes sociales en las que somos amigos, tus fotos conmigo, y tus fotos sin mi, y darle delete.

Porque para ser sincero, a veces me duele, otras veces no… Pero cuando me duele, me da por pensar en cómo me gustaría que fueses, en cómo se supone que debes complementarme, cómo debes hacerme sentir, cómo me gustaría que hablarás, que pensarás, que mirarás, que sintieras, porque no mentiré al decir que nunca me he hecho esa imagen “perfecta” del tipo de persona que se supone debes ser.

Es entonces cuando aparece esa otra parte de mi, la que tiene el control, y concluyo contundentemente que yo nunca te obligue a ser como quiero que seas, pues me gusta que seas como eres, porque irremediablemente eso es lo diferente que me atrae de ti... O me atraía de ti. Es duro despertar un día sintiendo que nada de lo que se dijo fue cierto –o por lo menos no tan cierto como para terminar definiendo vidas-, nos faltó dedicación, tiempo, cariño.

Y no sé si alguna vez lo notaste, pero como quiero que seas, es cómo siempre has sido, la chica al otro lado de la acera, la que no se calla, la que pelea, la que su vida no es de fantasía, la que vive sola y sufre sola, la que oculta su amargura detrás de esa máscara de autosuficiencia, la que usa el sarcasmo para sentirse poderosa, la misteriosa, la ausente, la melancólica que odia la melancolía, la que odia que la vean llorar, esa chama que nunca fue alegre pues la alegría no la merecía, esa eres tú, la que tiene una barrera que pides a gritos que derriben, pero que refuerzas día y noche.

El problema no es cómo quiero que seas, mi problema es que nunca he sabido pelear por las cosas que quiero.

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