jueves, agosto 11

Me Deprimo, Paranoicas #23

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Como es costumbre me pongo mi pantalón, ese que uso para las depresiones, y me coloco esa franela blanca -que ya no es tan blanca- que queda bien con el pantalón, y me dedico a deprimirme, a dejarme caer, descender, dejar que la ansiedad me comience a carcomer, que se sienta que no tengo el control, que he perdido por un rato la razón momentáneamente.

Tocar fondo es el objetivo, que el miedo sea más grande que la misma ansiedad, que mis manos suden sin control, y de poder medirse mis niveles anímicos estarían en negativo. Y es cuando dejo de mentir, -en condiciones normales no siempre miento- ¿Esto es lo que quieres?, pues precisamente esto es lo que soy, una bolsa de huesos, sin carne, sin piel.

Una soledad que después de ser una decisión de vida, se ha convertido en una maldiciónde vida-, hay algo mal, en mi hay algo mal, pero sí con está soledad me va bien, ¿Por que cambiar?… No quiero tener que mirarme al espejo todos los días, intentando ver algo que todos los demás están seguro que soy, que yo no puedo ver… Buscando un “yo” que no aparece frente a mi, y lo único que se refleja en el espejo son mis barreras, mis miedos, mis inseguridades. Esta falsa felicidad, que me tiene tan feliz, que no me deja ver lo infeliz que soy.

Debería quemarme la lengua por ese montón de mentiras, pero se entiende nací inconforme… Pero me decido esperar, porque para esperar no se necesita nada especial, solo perder el tiempo, así no sufro, no pasa nada, me quedo en tiempo fuera, con todo ese montón de segundos que se acumulan, y los utilizo para deprimirme, para llegar al fondo del pozo, y descansar, para auto compadecerme, y decirme “No todo está tan mal”, “Eres muy linda persona”, como si eso fuese suficiente.

Pensar nunca me resultó útil, hoy no es la excepción…

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